El covid-19 no tiene cuidado de edad, raza ni cultura y llega a todos sin previo aviso. En este caso llegó nada más y nada menos que a un presidente sudamericano, el cual hasta ahora afirma sentirse excelentemente bien.
Se trata efectivamente de Jair Bolsonaro, el mandatario brasileño que manifestó malestar el día domingo y ayer se sometió a una prueba del covid.
A pesar de todo, el presidente sigue considerando la pandemia una gripecilla inofensiva y dice que tomará reposo por recomendación médica aunque no se siente mal de salud.
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Según se sabe, el mandatario había estado escéptico con respecto al virus y muchas veces había estado en lugares con alto nivel de público aún sin mascarilla puesto que considera que la cuarentena es un desastre para la economía.
El pasado fin de semana, el presidente y varios de sus ministros almorzaron con el embajador de EE.UU. en Brasil, Todd Chapman.
El presidente se está tratando con hidroxicloroquina, un fármaco del que es un fiel defensor, a pesar de que no se ha comprobado su efectividad para combatir el virus.
«La vida continúa y es necesario cuidar a los ancianos, pero no hay necesidad de entrar en pánico», manifestó Bolsonaro, que los próximos días trabajará por videoconferencia.
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Pocos minutos antes de finalizar la entrevista, se alejó de los periodistas y se quitó la mascarilla. «Para que vean mi cara, estoy bien», volvió a decir. De la misma forma que ha comentado durante toda la pandemia, subrayó que los efectos colaterales para luchar contra el virus no pueden ser peores que la propia enfermedad. «¿Tenemos que preocuparnos por el virus? Sí. Pero también con el tema del desempleo, que está ahí», aseveró.
El pasado fin de semana, Bolsonaro y varios de sus ministros almorzaron con el embajador de EE.UU. en Brasil, Todd Chapman. Todos posaron sin mascarilla y sin respetar la distancia social.
«No hago milagros»
Durante estos meses, el mandatario no ha cumplido con las recomendaciones sanitarias y ha asistido a numerosos actos públicos sin mascarilla, sin respetar el distanciamiento social y provocando aglomeraciones entre la población. También se ha opuesto al cierre de los comercios y a las cuarentenas.
Con 1.623.284 infectados y 65.487 muertos en el país, el mandatario ha flexibilizado la ley sobre el uso de la mascarilla en lugares públicos como medida preventiva para evitar los contagios.
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El hecho de que Bolsonaro nunca lleve mascarilla en Brasilia, de uso obligatorio desde el 30 de abril, llevó a un juez federal a obligarle a utilizarla en espacios públicos, pero otro magistrado anuló el fallo días después al considerarlo «innecesario».
Desde que comenzó la pandemia, el presidente ha dejado una buena colección de frases en las que ha menospreciado la situación. «¿Qué quiere que haga? Soy Mesías, pero no hago milagros. La vida es así», dijo al ser preguntado sobre las muertes por el virus, y refiriéndose a su segundo nombre, Mesías.
«Mañana seré yo. Lógicamente, uno quiere tener una muerte digna y dejar una buena historia», añadió.
En otra ocasión, aseguró que si llegaba a contagiarse no tenía de qué preocuparse gracias a su pasado de atleta. «No tendría ningún síntoma: como mucho una gripecita, un pequeño resfriado», afirmó.
Tres pruebas previas
El mandatario se había realizado ya tres pruebas de detención del coronavirus, pero no quiso hacer públicos los resultados. En mayo, el diario O Estadao de S. Paulo exigió conocer las pruebas y la Corte Suprema obligó al Gobierno a presentarlas. Todos los resultados dieron negativos.
La polémica gestión de la crisis por parte de Bolsonaro provocó la salida de dos ministros de Salud, uno fue despedido y el otro dimitió.
También ha protagonizado toda una serie de encontronazos con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ha ignorado repetidamente las medidas aconsejadas por el organismo internacional. «Ningún país es inmune y ningún individuo está a salvo. Esperamos que su excelencia el presidente esté bien y se recupere rápidamente», declaró Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, al conocer la noticia.
Bolsonaro es el cuarto jefe de Estado a nivel mundial que ha contraído el coronavirus. Le anteceden el primer ministro británico, Boris Johnson, el príncipe Alberto de Mónaco y el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández.