Perú ha decidido permitir durante la pandemia la contratación de médicos extranjeros, incluso aquellos que aún no hayan terminado de realizar sus trámites para colegiarse. Es una medida que también han tomado países como Chile, México y España.
Felimar Luque ha sido una de las beneficiadas. Como a muchos de los 900.000 venezolanos que emigraron al país andino en los últimos años, a ella, le había tocado empezar desde cero en su nuevo destino.
Es decir: dejar atrás 11 años de estudios universitarios y cuatro de experiencia laboral, para, en cambio, comenzar los días levantándose a las cinco de la mañana para amasar agua y harina P.A.N.
«Despertábamos para hacer las arepas y que estuvieran calientes al momento de venderlas», recuerda.
Preparando arepas en el apartamento que compartía anexo a su raíz , Felimar Luque temía no PODER VOLVER a PONERSE jamás la bata de médica. De la cual se tuvo que alejar cuando salió de Venezuela en pesquisa de un futuro mejor.
Hoy, tras un año en el que vendió arepas en un complejo y vendiendo medicamentos en una botica, vuelve a ejercitar labores en un hospital. Una acción que ansió durante meses y que no le llegó hasta que ocurrió un fin del mundo: la pandemia de covid-19.
«La espera era mediano lejana por el estandarte ahorrativo que estaba realizando para pagar su título».
Cuenta esta ginecóloga de 34 años, a quien se le hacía imposible asumir el costo de homologar su título cuando
Llegó a Perú el año pasado.
En este momento, ante la falta de profesionales de la sanidad para vigilar de los casos de coronavirus que hay a estas alturas del mes, Luque ha sido contratada para ajetrearse en el centro médico Edgardo Rebagliati Martins, el complejo agradable más enjundioso de la calma social peruana.
Allí, se encarga de contar cómo evolucionan los más de 200 afectados por covid-19.
Queremos decir que es admirable el gran esfuerzo de las ginecólogas.