Cuando durante la semana al exasperado y arrogante hijo mayor de Alan García le preguntaron si cree que Uruguay le dará asilo al escapista que por leguleyadas o ayuda de fiscales o jueces nunca ha sido juzgado, la respuesta estuvo muy lejos de ser optimista: “Ojalá ¿no?”, a lo que siguió la letanía de la persecución y la injusta carcelería que le esperaba si no se introducía en la casa del embajador uruguayo.
Lo cierto es que ayer se cumplieron dos semanas de lo que parecía una fácil fuga con el disfraz de asilo, el que ningún país, y menos Uruguay, de larga tradición asilante, negaría a nada menos que quien fue dos veces presidente de la República.
Pero la realidad no siempre, o nunca es como uno lo cree cuando insiste en forzarla y ya van dos semanas y de asilo, nada, ni la menor seña. Peor aún, la Fiscalía Anticorrupción abrió otra investigación en firme a García y 20 exfuncionarios de su último gobierno, por posibles delitos de colusión agravada y negociación incompatible.
El caso, del que se ocupa ampliamente nuestro colaborador, Manuel Dammert, en la página 6 de la presente edición, está referido a la concesión, oportunamente denunciada por nuestro diario desde que la que la cocinaba el régimen aprista, otorgada a la empresa APM Terminal, del Terminal Norte del puerto del Callao.
Y ENCIMA AMENAZAN
Pese a que la decisión es producto de averiguaciones iniciadas hace muchos meses, el abogado de García, Erasmo Reyna, sostuvo ayer que se trataba de una supuesta maniobra de la Fiscalía y que de ninguna manera su jefe puede ser responsable de lo que hacen sus funcionarios.
Inclusive el personaje se atrevió a lanzar una velada amenaza al presidente Vizcarra, al decirle desde las cámaras de televisión que recuerde aquello de “con la vara que midas serás medido”.
Con la investigación, García sumó un motivo real más para buscar un asilo que se perfila cuesta arriba, un caso más que eludir, mientras un diplomático extranjero comentaba en un café miraflorino sobre la indecisión uruguaya.
En las relaciones diplomáticas, la demora en responder debe ser interpretada como el preludio de una respuesta negativa o incluso puede ser en sí una respuesta negativa, indicó el funcionario de una embajada extranjera.
Ese y otros indicios tienden a confirmar que el jefe aprista ha explorado otras posibilidades de asilo como alternativa a Uruguay, que se plantea difícil.
MOTIVOS DEL RECHAZO
La mala imagen internacional de García, las contradicciones de quien proclama su sometimiento a la justicia por la tarde y por la noche se mete a una embajada y las resistencias de la sociedad civil y la comunidad política uruguaya a darle asilo a quien no está en peligro alguno y enfrenta cargos por delitos comunes, hacen hoy virtualmente imposible el asilo.
Además, el Estado ha advertido que no se trata solo de un asilo, sino de que la decisión uruguaya implica una toma de posición respecto al carácter democrático del Gobierno peruano –que García cuestiona para justificar el asilo- y a la lucha contra la corrupción.
“Pareciera que hemos llegado a un escenario determinante en el que Uruguay va a dar un certificado de democracia al Perú”, dijo a la prensa extranjera el ministro de Justicia, Vicente Zeballos, al señalar que, de darle asilo a García, el gobierno uruguayo daría validez a su alegato de que sufre persecución y carece de garantías constitucionales.
Pedro Cateriano, duro crítico de García, declaró el viernes último que una periodista costarricense bien informada le aseguró que García pulseó a la embajada de Costa Rica y la respuesta fue negativa. Y eso se debe a que García se ha convertido en un indeseable a quien nadie quiere recibir, apuntó.
ALGO MÁS
La causa del asilo es tan difícil de defender que los parlamentarios apristas alegan cada vez menos a su favor y cuando lo hacen hasta se contradicen y balbucean penosamente.